Hoy te escribo a ti, que estás perdida. Te sientes confundida ante una maraña de sentimientos que te han bloqueado. Sientes que es el momento de reconducirte, pero tus piernas no son capaces de dar ningún paso, hacia ninguna dirección en concreto.
Sientes una especie de miedo paralizador, una vocecilla interna que te pone muy muy negro cualquiera de los caminos que tienes ante ti: no sirves para eso, te va a venir grande, ¿a dónde te crees que vas? si no tienes las aptitudes mínimas necesarias, tu no estudiaste para eso, ¡ja! hoy en día todo el mundo está hiper preparado, no tienes nada que hacer… y al final sigues ahí plantada y cada vez más confundida.
Sabes que tienes que hacerlo. Por las circunstancias en las que estás ya es insostenible que sigas así. Tienes que tomar una decisión, lanzarte, dar un paso ¿pero hacia dónde? ¿cual será la mejor opción? ¿y si ninguna es la correcta? ¿y si lo que tengo que hacer es quedarme donde estoy y enfocarlo de otra manera? ¿O simplemente “aguantar”?
Te voy a dar una alegría. El primer paso, y ya es bastante importante, es que te lo estás planteando. Si estuvieras la mar de feliz ni te plantearías el más mínimo cambio, sino el deseo de quedarte siempre así. Por lo que la señal más grande y luminosa, esa que brilla en la oscuridad es la de HA LLEGADO EL MOMENTO DE CAMBIAR.
Pero ¿por qué cuesta tanto? Porque el ser humano tienen instinto de supervivencia, de protegerse, de huir del peligro. Y lo desconocido se convierte en algo que da miedo en mayor o menor medida.
Ahora toca darle la vuelta a la tortilla, y convertir el cambio en una oportunidad de mejorar. Has tenido la suerte, la inmensa suerte, de darte cuenta de que no puedes seguir como estás y que tienes que mejorar tu calidad de vida. Pero no será un cambio fácil, pero cuando dentro de unos mese te mires desde el otro lado pensarás que por qué no lo hiciste mucho antes.
Sé como te sientes exactamente. He estado ahí, en ese mismo punto en el que te encuentras tu, y no hace mucho. De hecho, podría decirte que no es algo que pase una vez en la vida y listo, no. Se trata de algo a lo que te seguirás enfrentando en mayor o menor medida en otras ocasiones a lo largo de tu existencia. ¡Eso es maravilloso! Porque si no te gusta donde te encuentras, tienes de nuevo la oportunidad de reconducir tus pasos. No estás inmersa en un torrente que fluye sin parar con destino al mar y sin posibilidad de apearse.
Y ahora te voy a dar el mejor consejo que recibí hace un tiempo: haz lo que realmente quieras hacer. No lo que te dicte tu conciencia, sino lo que diga tu corazón. Y es que este el momento en el que pocas veces, tenemos, mejor, debemos, escuchar a nuestro corazón. Piensa en eso que te apasiona, eso que te encanta, eso en lo que el tiempo se pasa volando, que no te importa dedicar tus minutos, horas o días, eso que te deja la sensación de una alegría y emoción pacíficas cuando acabas. 
Olvídate por un momento, de deudas, de responsabilidades adquiridas, de estudios, de estereotipos e imagínate que al levantarte por la mañana supieras que vas a dedicar la mayor parte del día a hacer eso, ¿cómo te sentirías?  Imagínate cómo te sentirás al final del día, cuando antes de cerrar los ojos para dormir repases con una sonrisa la jornada. Pues ahí tienes tu meta. 
Esto puede llevarte minutos, o días, pero lo que realmente te apasiona, suele estar bastante cerca de tu mente. Otra cosa es que no quieras verlo, porque siga velado por el miedo. Hay quien necesita hacer ejercicio físico mientras piensa en ello, otros necesitamos sentarnos ante un papel y escribir en un folio en blanco todo aquello que me viene a la mente. Repasar lo que he escrito y volver a enfrentarme a un folio en blanco, así hasta que mi mente empieza a revelar qué es lo que realmente quiero. 
Localizado tu destino, pues la vida es como un viaje, te será más fácil decidir qué camino debes elegir. Llega el momento de decidirte por la vía más adecuada. Tan sólo tendrás que hacerte esta pregunta siempre que tengas dudas: ¿este camino, esto que hago, me acerca a mi meta? Si es no, ya sabes, busca una nueva ruta haciéndote la misma pregunta. Si es si, probablemente ni te lo plantees porque estarás visualizando tu objetivo. 
Al igual que en un viaje de larga distancia, necesitarás hacer paradas, para repostar, para descansar. Y al igual que te preocupas por comprobar que te estás metiendo en el vuelo correcto, o que vas por la autovía indicada en el mapa, deberás comprobar regularmente que tu destino sigue siendo el que quieres, y sobre todo que tus pequeñas y grandes acciones te llevan a lograr tu meta. 
Como decía arriba todo es cuestión de comenzar por escucharse a una misma. Incluso lo que no queramos escuchar, dejar que aflore. Y luego está claro que si tu destino está al norte, no tienes que elegir el camino que conduce al sur, pero eso ya lo sabes. 
Así que si tienes esa sensación de estar pero no, de enfado constante, de irritación por cosas mínimas, de sentir mucha mucha pereza al despertar, o de una enorme pena al acabar el día, te invito a que pares, y empieces a escucharte. Busca el silencio, aunque lo odies, busca la soledad, aunque te de miedo, y deja todo, que sólo puedas escucharte a ti misma.
Comenzarán a venir a ti ideas, imágenes, unas te harán sentir mejor que otras, ve desechando las que te incomoden mucho, quédate con aquellas que aunque ahora las sientas como imposibles o demasiado fantasiosas te hacen sentir feliz. Recreeate en esas, imagínate a ti misma… deja que tu corazón hable, y aférrate a sus palabras, porque habrás encontrado tu camino. 

2 Comentarios

  1. Marta

    Lo leí y ahora al releerlo, me llegó. Pero cuando lo leí, todo estaba bien en mi vida, pero tuve un accidente que me dejó dolorida y no quise escuchar, volví a trabajar como si nada, pero no puedo, mi cuerpo no me acompaña , y me da mucho miedo no saber qué hacer con mi vida ahora

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  2. Petra

    Algunas frases las he leido como si fueran mis propios pensamientos puestos en papel. Impresionante. Solo te puedo dar las gracias por tu tiempo y por compartir.

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