Parece algo obvio, pero en muchas ocasiones se nos olvida, y es que el orden es sumamente importante en nuestra vida.
No te hablo solo del orden en el aspecto estético, es decir, que tu casa, tu mesa de la oficina o tu bolso estén ordenados, sino también tu alimentación, tus horarios, tu mente, tus relaciones…
El orden es igual a armonía, y la armonía proporciona paz. Lo ideal, por tanto sería lograr una armonía global en nuestras vidas. Y eso, no te voy a engañar, es muy complicado.
¿Por qué? Porque de primeras el día a día contemporáneo invita al caos. Vivimos constantemente bombardeados por estímulos que hacen que sintamos la necesidad de hacer más cosas de las que queremos, tener más cosas de las que necesitamos y preocuparnos por aspectos o bien banales (tener una imagen perfecta) o demasiado inabarcables (guerras, inundaciones, hambruna).
Si pienso en la vida de mis bisabuelos o mis abuelos, incluso, al margen de períodos de guerra -que ya es bastante. Sus vidas eran muy ordenadas. Su día a día era semejante al de generaciones anteriores. Roles heredados y estipulados como los correctos que acataban sin reparo, porque siempre había “ido bien” así. La falta de información, limitada al periódico diario, o a la radio, hacía que sus preocupaciones quizá fueran más locales: la política del país, algo de internacional, ecos de sociedad, deporte nacional y poco más. Al margen de censuras, carecían de una información visual e inmediata como la que tenemos actualmente, donde una alarma te salta en el móvil si surge una noticia importante, o puedes ver una riada en Levante a tiempo real, siendo grabada desde distintos ángulos de tal modo que la vives como si fuera tu propia calle bajo tus ventanas.
A nuestro alcance y a tan solo un golpe de click, tenemos miles de productos, que aunque del todo innecesarios se convierten en indispensables porque vivimos inmersos en la cultura del reconocimiento social, y de la inmediatez. Acumulamos.
En nuestro día a día, la cantidad de horas que invertimos en el trabajo, nos deja poco margen para dedicarnos a gestionar todo eso que hemos acumulado. Ni lo llegamos a disfrutar, simplemente queda colgado en una percha más, o depositado en una estantería, o encima de la mesa del comedor, a la espera de que llegue el fin de semana y tenga más tiempo para ordenar, limpiar, reorganizar…
Pero llega el fin de semana y tenemos la necesidad de aprovechar el poco tiempo libre que tenemos, para disfrutar, salir a comer, quedar con amigos, hacer deporte, acompañar a los niños a sus múltiples compromisos, organizar una cena, acostarse tarde porque no hay que madrugar… y se nos pasa en un abrir y cerrar de ojos, y ¡cómo me voy a dedicar a ordenar nada, menuda pérdida de tiempo! Y si lo hago, me siento culpable por haber estado encerrada en casa, en vez de aprovechar mi tiempo libre.
Y entonces llega la frustración. La rueda continúa, tu día a día es imparable, llega el lunes, y el martes, y el bombardeo, la necesidad de tener, de adquirir, vuelvo a acumular…y llego al sábado y me enfrento al mismo dilema, que puedo esconder dentro de un armario que ya cuesta cerrar o volver a “perder el tiempo” ordenando.
Con todo esto, lo que quiero decir es que el concepto orden va más allá de tener una casa limpia y organizada, va de hacer un parón y replantearse muchas cosas de nuestra vida:
– ¿Cuantas de las cosas que tengo las disfruto? Aunque sea una vez a la semana, y de manera consciente.
– ¿Cuantas cosas de las que hago o tengo, las hago o compro porque se lo he visto a otros, aunque realmente sé que no van mucho conmigo?
– ¿En cuánto valoro mi tiempo libre?
– ¿Qué es realmente, lo que me hace más feliz, y cuánto tiempo le dedico?
– ¿Cuanta comida desperdicio a lo largo de la semana?
– ¿Cómo me siento al ver las noticias, o leer el periódico?
Llega un momento en la vida en que es importante parar. Es más, deberíamos forzarnos a parar cada día. Pero por algo hay que empezar y debería ser hoy.
Escribir, meditar, caminar mucho, son fórmulas que nos ayudan a recapacitar y reconducirnos a un orden. Nos ayudan a encontrar la clave que proporcione armonía a nuestra vida.
Yo vivía en ese caos – rueda de hamster, hasta que el cuerpo dijo basta y literalmente me obligó a parar. Pero ni en ese momento fui cien por cien consciente de que aquello era una señal como la copa de un pino. Es más, tras un parón de seis meses, pensé que lo que realmente tenía que hacer era aprovechar más el tiempo, hacer aún más cosas, aunque fueran para mi. Así que vuelta a la rueda.
Pero el cuerpo es sabio y sigue mandándote señales, y entonces dejé de dormir. ¡Ah! Eso te descoloca enormemente. Largas noches en vela, dándole vueltas a cosas que curiosamente se vuelven absurdas cuando sale el sol. El miedo al acostarme a despertarme en medio de la noche y volver a vivir esa sensación de cansancio, de preocupación y desesperación. Dormir una o dos horas, y al día siguiente tener que rendir como siempre: tres niños, una casa, un trabajo de jornada completa, vida social… Y comenzar a medicarte porque la valeriana es como beber agua, y a pedir subir la dosis porque llega un momento en que no te hace efecto… y cuando crees que no hay solución: te paras de nuevo.
No es la primera vez que lo cuento, pero así comenzó mi camino para poner Orden en mi Vida. Una búsqueda de la causa que me impedía dormir y me hacía sentir cada vez peor, una búsqueda de fórmulas que me permitieran reconectarme, de una forma de alimentarme que me ayudara a gestionar el estrés, el cansancio…así descubrí el Mindfulnes, y de ahí la práctica de la Gratitud, y a conocer otros conceptos como el Pensamiento Neurolingüistico, la abundancia, el poder de mi mente. Y todo ello, me devolvió la armonía, que como el caos, puedes conseguir que se expanda a todas las áreas de tu vida.
Así que te invito a que busques cómo parar y busques qué áreas de tu vida son las que necesitas poner en orden. No te centres solo en limpiar a lo Marie Kondo. Porque está claro que si todo este tipo de movimientos de limpiar y ordenar se han puesto de moda, es por un reflejo de nuestro propio interior que pide a gritos recuperar la paz y la armonía para seguir creciendo. Son una forma de que nuestra mente piense que controla algo. Pero el efecto rebote duele, y cuando el desorden vuelve, duele aún más. Porque el problema no está en el cajón de tus calcetines, está dentro.
Simplemente excelente. Gracias
Me gusto mucho tu reflexión hace aproximadamente un año comencé a poner orden a mi vida exterior, y realmente ha sido un viaje fantástico a la vez que duro y reflexivo el cual me ha llevado a ahondar en mi mente, pensamientos, hábitos, pero creo que no lo hubiera conseguido con el poco orden físico que tenía mi vida, tanto ruido exterior no me dejaba ver lo que pasaba dentro de mi, y ahí voy un paso a la vez, una cosa menos a la vez.
Como te entiendo! Paso periodicamente por fases de insomnio. He ordenado mi casa y creo tenerla bajo control pero lo que realmente necesito es simplificar otras facetas de mi vida. Gracias por compartir!! Anima ver que no somos únicas con estas sensaciones.
Esther, no lo has podido describir mejor. Suscribo todas tus palabras. Yo me encuentro en ese momento en el que estas sobrepasada intentando mil fórmulas pero qué difícil que funcione . El orden externo me parece fundamental como primer paso para sentirse bien pero por supuesto luego viene el trabajo siguiente. Qué complicado resulta decir NO , verdad? Sé que es lo único que funcionaría, o sea simplificar, eliminar, no hay otra pero a las personas inquietas que nos apetecería hacer, probar, comprar tantas cosas nos cuesta un mundo. Yo sigo intentando. Me alegro de que al menos esto no me pase a mi sola. Bárbara
Fantástica reflexión¡¡¡